Descubriendo la ciudad.

Imagen - hembra de Anas platyrhynchos- autora: Luchy Polo
acuarela s/papel

Dicen que “no hay mal que por bien no venga”. Aunque la frase para mi gusto es algo anticuada y con cierto poso negativo, prefiero decir que todo depende de la perspectiva desde que se analice un hecho; lo que en principio es una cuestión negativa puede convertirse en una oportunidad para avanzar y afrontar nuevos retos y situaciones.

El caso es que un día necesitaba salir del entorno laboral porque literalmente tenía oprimido el corazón, así que, antes de comer, me puse a caminar y caminar por lugares por donde normalmente no lo hago y decidí seguir la rivera del río Barbaña, que cruza parte de la ciudad de Ourense y que desemboca como es lógico en el Miño. Lo del río es un decir, porque comparado con el Miño parece un riachuelo o una acequia. Este curso de agua ha sido objeto de distintas actuaciones para mejorar su dignidad, ya que se convierte fácilmente en vertedero para el regocijo de gaviotas y desagrado de vecinos. Su situación en estos momentos es de encajonamiento por la ciudad y se ha creado un paseo para que sea más amable su presencia y lo puedan utilizar los ciudadanos.

Pues bien, los ourensanos no sé si lo utilizan mucho, pero lo que sí constaté es que parece un entorno aceptable para algunas especies aladas.

En el corto paseo, que inicié un poco zombi, primero se cruzó una hembra de ánade real (Anas platyrhynchos L. 1758), de la que hemos hablado anteriormente, secándose al sol y reposando en medio de la jornada. En seguida mis ojos se pusieron en disposición de prismáticos, o sea, que mi cerebro se puso en alerta y dejé de ver las ventanas de las casas y a los viandantes y sólo veía las riveras del río con esa actitud que se me pone de sabueso husmeando cuando busco fósiles, cualquier cosa por el campo o entre las rocas en el mar. Lo más evidente fueron los ánades reales que en grupos se dejaban llevar por la rápida corriente, para luego en un punto determinado volver a remontar, ¡vamos como un parque acuático!

Lavanderas (Motacilla alba, L. 1758) revoloteando y balanceando su cola de forma enérgica. Y por fin muy bien camuflado una polla de agua (Gallinula chloropus, L. 1758). No es que sea excepcional, sin embargo al tratarse de un río en la ciudad siempre te sorprende agradablemente encontrarte a estos animales.

Eché de menos los prismáticos y la cámara de fotos aunque me llevé las imágenes en mi retina y por supuesto, que los problemas se relativizaron, evidentemente al relajarme y prestar atención a otras cuestiones, me fluyeron las ideas para mejorar la situación que me preocupaba.

3 comentarios:

laMima dijo...

Mmmm....un paseo reparador ¿eh?, me apunto la idea (y yo no salgo sin cámara, ya sabes).
De todas formas estoy contigo en una cosa: encontrar ciertos animales en la ciudad te reconcilia un poco con el mundo ¿verdad?, y eso abre siempre las puertas de nuevos, y mejores, pensamientos.
Suerte querida.

ybris dijo...

El mérito de tan reparador paseo no es del arroyo ni de sus visitantes sino de la mirada abierta con que los contemplabas.
Por donde yo vivo en Madrid conocí arroyos, campo y huertas que hoy han desaparecido bajo el asfalto.
Para poder verlo de modo reparador tengo que cerrar los ojos y los oídos. O darme un paseo por los pinares de la Dehesa de la Villa.
Una pena que yo sea capaz de hacer dibujos tan bonitos como los tuyos.

Besos.

Anónimo dijo...

Me recuerda a cuando yo paseo por el olivar donde jugaba de pequeña: no es más que eso, un campo de olivos donde antes había un espacio sin construir bastante grande (ahora ahí está el nuevo instituto y varias calles nuevas de casas todas iguales). Cada vez hay más asfalto y quedan menos olivos, y con ellos hay un arroyo, plantas silvestres y animales de lo más común, pero de algún modo pasear por allí tiene un efecto reparador.
Muy guapa la hembra de Ánade :)
Que tengas un feliz 2011 y que los animales sigan allí por estas fechas.
Besos.
Rosa.

Publicar un comentario