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animalesreunidos
Imagen: - Reyes Magos - autora: Luchy Polo
lapicero/papel
Hoy es el día, hoy es la noche… todo un año de espera. Hoy
todo es expectativa e ilusión. Hoy hay nervios, alegría, algo de ansiedad,
risas, bocas abiertas, ojos como platos. Hoy pensamos en camellos, en acercar
casi hasta el mismo portal a la comitiva real, aunque el Belén quede
descompensado.
Hoy es la noche de una disyuntiva; irse pronto a la cama para que las cosas pasen más rápido o esperar a
ver si pasan realmente.
Si me pusiera en situación para cualquier cosa que me propongo
de la misma forma que entro instantáneamente en disposición de Noche de Reyes…
uf! Conseguiría todo, todo.
La verdad es que tengo mucha experiencia, ya, en vivir ésta
Noche de Magia, Ilusión y Creencia. Tenía
su aperitivo contundente con la Cabalgata (esa de hace unos años, en una gran ciudad),
con la habilidad de unos padres que siempre sabían cómo situarse en primera
fila y preparar el terreno para la emoción y la alegría. Las blancas plumas de
los relucientes cascos, que se movían locamente, al trote de los caballos que
abrían la comitiva, la sucesión de personajes variopintos, los fuegos
artificiales, los caramelos asesinos y finalmente, la majestuosidad casi divina
de los Reyes Magos, inalcanzables, luminosos, con sus figuras recortándose sobre
la elegante reja del Parque del Retiro. Valía la pena pasar frío, mucho frío, a
pesar de los leotardos, a pesar de las manoplas de lana, de los gorros con
borlón, a pesar de las naricillas rojas y de una constante tiritona.
Y otros años, con la
preocupación de si en otra ciudad distinta ¿Vendrán los Reyes Magos aquí? ¡Pues
claro! de forma distinta, acompañados de gigantes y cabezudos.
Y ahora, la cabalgata es la del todo el pueblo, la formada
por las carrozas de los tres Reyes y el pueblo detrás, todos, niños, adultos,
crean o no. Todos acompañándolos hasta el pabellón donde uno a uno reciben a
cada niño ¡Qué pasada! ¡Audiencia personal a cada uno de los niños del
pueblo! Esa que sorprende y que a veces
paraliza cuando un niño se acerca al Rey Melchor y este le dice:
¡Hombre Ernesto! ¿Qué
tal estás? ¿Te has portado bien este año?
Y el niño, con los
ojos abiertos y la boca casi sin poderse cerrar, corriendo hacia nosotros:
¡Papá, mamá el rey Melchor
me conoce sabe quien soy! ¡Hay que preparar todo! Este año les voy a poner
galletas, aunque sean sin gluten! ¿Crees que le gustarán?
CREO.