acrílico s/papel
En esta época es normal ver bandos de cigüeñas de varios individuos, probablemente con vínculos familiares, en los prados y campos de cultivo.
También a los nidos ya abandonados sus últimos moradores hacen unas breves visitas, como para ver que todo queda en orden, las persianas medio bajadas, el gas desconectado y la llave bien echada. De alguna forma empiezan a reunirse para en poco tiempo empezar la vuelta a sus cuarteles de invierno en el África subsahariana, donde vivrán éste periodo. Hay un lugar especialmente importante de paso, que es toda la franja de Tarifa-Estrecho de Gibraltar donde al final del verano y principio del otoño empezará a haber un buen tráfico alado (que no tendrá necesidad de controladores aéreos), al igual que ocurre un poco más abajo a pie de asfalto con la vuelta de todas las personas de origen africano que viven y trabajan en Europa.
Nosotros los humanos, como siempre, contracorriente del calendario natural. Nuestras migraciones no se rigen por la mayor o menor inclinación de los rayos solares o por la variación de los campos magnéticos de la Tierra o por el momento idóneo para la obtención de alimentos. Más bien dependen del insulso calendario laboral o peor aún, del calendario político.
¡Buen viaje a todos!
Nosotros los humanos, como siempre, contracorriente del calendario natural. Nuestras migraciones no se rigen por la mayor o menor inclinación de los rayos solares o por la variación de los campos magnéticos de la Tierra o por el momento idóneo para la obtención de alimentos. Más bien dependen del insulso calendario laboral o peor aún, del calendario político.
¡Buen viaje a todos!
3 comentarios:
Dices muy bien:
"dependen del insulso calendario laboral o peor aún, del calendario político"
No es extraño lo mucho que cuestan nuestras migraciones.
Sobre todo las de aquellos que sufren nuestra política y nuestra economía.
Quien pudiera, como las cigüeñas, olvidarse de estados y fronteras.
Besos.
Recuerdo haber visto algunas de pequeña, siempre cuando íbamos en el coche, y siempre subidas en sus nidos enormes... conservo el recuerdo de una en un campanario, la imagen típica que tenemos de ellas.
Era un acontecimiento cada vez que alguien señalaba una a través de la ventanilla.
Besos.
Rosa.
Gracias por vuestros comentarios. No he podido contestar antes, je, je la tecnología a veces, me crea malas pasadas.
Un beso para los dos.
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