mixta tinta/acuarela s/papel
Acostumbrada al bosque mediterráneo y a la dehesa, la humanización del mismo para su explotación, he encontrado en tierras gallegas de “alguna forma” su equivalente: el souto.
Los soutos son formaciones vegetales de una única especie, el castaño (Castanea sativa, Mill.). La estructura y porte de los árboles, así como la distancia entre cada individuo no se dejan al criterio natural de crecimiento de un bosque, sino que corresponde a una planificación para su explotación agraria. Frutos y madera han sido fuente de riqueza, o más bien, de subsistencia para muchas de las comunidades del interior gallego.
Esta unidad de explotación agraria, tuvo antaño mucha importancia y forzó al máximo la imtroducción de esta especie en Galicia, al igual que ocurrió en otras partes de la Península. En la actualidad, debido a la preferencia de otros cultivos, su extensión se ha visto reducida. La presencia de viejos castaños, salpicando prados en más que un evidente abandono, son el vestigio de antiguos esplendores.
Sus imponentes y rotundos troncos, sometidos a drásticas podas en pos de su máxima productividad, impresionan de forma estremecedora cuando paseas por estas tierras.