Imagen: - Hamster- autora: Luchy Polo
acrílico s/papel
Llegó en pleno verano y con ciertos resquemores hacia las
manos que intentaban acariciarle.
-
Parece que es un poco agresivo, no?
-
Se tiene que acostumbrar a nosotros… supongo.
Suponía bien, se ha adaptado perfectamente a la manada, recorre
todo lo que le dejamos recorrer. Es un investigador nato.
Nueve es un hámster (Pholopus sungorus Pallas, 1773) y para
romper la tradición es un macho. Entró en la manada, con la condición de que su
dueño sería el responsable de su
manutención, limpieza y cuidado… ¡que ilusa soy!
No he tenido mucho trato con los roedores, sólo un poco y no
muy agradable… para ellos. Primero bidisecciones, y segundo, me encargaba de practicar la
eutanasia a todos los hámsters que tuvo
mi amiga Marisa. Ella lo pasaba fatal cuando llegaba el momento, y yo tenía que
hacerme la fuerte, y como por entonces disponía de éter, pues eso, el tema era
rápido.
Después venía obtener
el esqueleto, un cacharro viejo, hervir… limpiar… agua oxigenada. En mi casa se
armaron de paciencia con mis andanzas de naturalista.
Como buen roedor que es, Nueve coge con sus rosadas patas
delanteras las semillas y se las come de forma inexorable, menos cuando le
damos nueces, que deben ser tan apreciadas que las guarda en sus carrilleras
para después depositarlas en su “despensa”. Fruta fresca y hortalizas también
parecen gustarle… y se me olvidaba: el papel higiénico y las toallas parecen
ser su especialidad, en cuanto nos descuidamos desenrolla todo el papel, hace
una montaña y se acurruca dentro de la misma.
En cuanto a las toallas lo importante es hacerle agujeros, no importa
para qué, ni para quién, lo importante
es agujerearlas.
Los roedores suelen ser de vida nocturna, así que su
biorritmo no coincide con el nuestro. Y claro, como cualquiera que estuvo de
juerga por la noche…. Las mañanas son complicadas, por lo que si le despertamos,
no conoce a nadie y clava sus afilados incisivos en cualquier cosa que se mueva
(o sea mi dedo) ¡Qué mal despertar!
¡Marditos roedores! Jints, el gato andaluz.
Pixie y Dixie
3 comentarios:
Mi compañera de habitación en la facultad tenía una hembra de hámster ruso, aunque en realidad era más mía que suya, ya que estudiaba por la noche y era yo quién le hacía caso, jugaba con ella, le daba de comer. Hubo veces que tuve que taparme la boca con la mano para no reír a carcajadas y despertar a todo el mundo... Metía la maleta debajo del escritorio y de lado tenía una esponja grande para practicar los diferentes tipos de suturas, ¿te puedes creer que el día (noche) que descubrió que podía saltar sin peligro sobre algo brandito se pasó MEDIA HORA subiendo, saltando y vuelta a empezar? Saltaba y se quedaba ahí toda flipada unos segundos mirándome como diciendo "¿Has visto eso?" jajajajjaj Me partía de risa!! Desde entonces TODOS los días hacía al menos una sesión de "salto a la esponja" de varios minutos, se ve que le molaba el subidón de adrenalina... jajajaj ¡60 o 70 cm de caída libre no debían estar nada mal! :)) Una vez probó a hacer "salto desde el escritorio" cayó fuera y se rompió los dientes... ¡Es lo que se llama aprender a base de golpes!
ja,ja,ja que bueno! la verdad es que son animales muy curiosos y no paran quietos, cuando están despiertos tienen una actividad frenética... Nueve está en una jaula que me parece muy pequeña, así que le dejo suelto por las noches en el baño para que pueda correr. Pues todas las noches, traslada metódicamente la comida y parte de la cama que tiene, a un rincón, día a día, y a veces son cosas pesadas. Así que supongo que se pasa toda la noche trabajando.
Besos, Luchy.
Hola Luchy!!
Llevaba tiempo sin pasarme por aquí... me han gustado las andanzas de Nueve, en especial lo de las toallas, jajaja.
Igual un día los seres humanos descubrimos la utilidad de tener toallas agujereadas, cuando menos se espera salta la liebre (o el hámster).
¡¡Saludos!!
Rosa.
Publicar un comentario