Autotomía.

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Imagen: - Lución- autora: Luchy Polo


mixta s/papel



Por mucho que nos duela, en ciertas ocasiones tenemos que desprendernos de “partes que creemos nuestras”, por pura supervivencia, para seguir con nuestra aventura y encontrarnos con el futuro.


En este caso el paseo era vespertino y tuve la inefable presencia de mi nuevo ayudante en la tarea de pasear a Ardea: Ernesto. Curiosamente, en casi todos los paseos con él, nos encontramos algún representante de reptil, cuestión esta que hace las delicias de un futuro “serpentólogo”, como intuitivamente se define (prefiere este término al de herpetólogo).


Cuando regresábamos por el camino que sale de la plaza de San Isidro y termina en la carretera de Santa Mariña, allí estaba, unos 20 cm. un poco indecisa, en medio del camino el experto serpentólogo encontró que aquella serpiente era distinta y extrañado la miraba y remiraba.


No sé, no sé…


El notaba algo raro, quizás fuese su estructura de cabeza mucho más roma, su deslizamiento algo enérgico y entrecortado o su peculiar parpadeo y ni que decir del color cobrizo casi brillante.


Efectivamente no era algo conocido, era un pequeño lución (Anguis fragilis, L. 1758). Los luciones son reptiles que en su proceso evolutivo han prescindido de sus patas. Sin embargo, en su estructura esquelética quedan vestigios de estos.


Hacía tiempo que no los veía, así que, hemos constatado que por estas tierras también se encuentran, tal como nos dicen los mapas de distribución en las guías. Suelen tener una vida algo subterránea, y al contrario que el resto de reptiles huyen del sol. Este es el principal motivo de su escasa presencia y al hecho de ser confundidos en la mayoría de las veces por serpientes.

Como lagarto que es, comparte una propiedad la de la autotomía por la cual y mediante un mecanismo de contracción muscular es capaz de desprenderse de su cola, cuando se siente amenazado por un predador. Cuando ocurre esto, el segmento de cola suelto mantiene durante un tiempo los reflejos espasmódicos que le hacen retorcerse y desplazarse, de forma que el predador puede entretenerse en cazarlo mientras la cabeza pensante junto con el resto de cuerpo emprende la huida.


A veces una buena “contracción mental”, puede ser el mejor método para eliminar ciertas situaciones sin solución, que nos dañan y nos impiden crecer como personas. Al soltar lastre, es posible que perdamos algo de nosotros, lo que no hay duda es que siempre ganará nuestra totalidad.


¡Seguro que podremos regenerarnos! ¡El lución lo hace!